Los inmovilistas defendían el mantenimiento del régimen franquista, pero los aperturistas querían reformas, aunque no demasiado radicales. En 1974, Carlos Arias Navarro proclamó un nuevo gobierno, pero las reformas que anunció fueron insignificantes, por lo que los aperturistas protestaban mientras que los inmovilistas pensaban que debía mantenerse así.
Las movilizaciones populares eran cada vez más frecuentes. Con esta situación y un conflictos en los territorios españoles del Sahara, Franco murió el 20 de noviembre de 1975.
Juan Carlos I juró su cargo como Rey de España y dejó ver su voluntad de cambiar la situación, pero como Carlos Arias Navarro no llevaba a cabo ninguna reforma, él forzó su dimisión. La población expresó su deseo de un cambio político, querían la democracia y reformas en el gobierno.
En 1976, Adolfo Suárez fue nombrado presidente. Buscó el apoyo de la oposición, que aceptó una reforma pactada, e instauró el régimen democrático en España.
En 1976 se aprobó la Ley de Reforma Política, que convirtió las Cortes en un Congreso de Diputados y un Senado elegidos por sufragio universal.
En 1977 se suprimió el Movimiento Nacional y se concedieron dos amnistías políticas. También se celebraron las primeras elecciones libres desde la Guerra Civil el 15 de junio de 1977.
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